Triunfo Sevillista que desarbolo a los chicos de Mou

Necesitaba el Sevilla un triunfo así. Un triunfo que reafirmara su trabajo, que reafirmara sus creencias, pero sobre todo que reforzara su confianza. Para eso, no hay rival tan útil en el Sánchez Pizjuán como el Real Madrid, vaya de rojo, de negro, de blanco o de verde.
Fue la intensidad, la agresividad, el ingrediente fundamental del triunfo sevillista. El plan de Míchel, impecable, no podía funcionar sin esas dosis de casta y coraje que demostraron sus hombres en cada balón dividido, en cada presión, en cada carrera. Pero el planteamiento nervionense merece más menciones que la que cita su himno. Merece mención el papel decisivo de Palop; el brillante de Cicinho; el contundente de Botía; el sobrio de Spahic; el constante de Navarro; el inteligente de Maduro, el papel sordo de Medel, el protagonismo de Rakitic; la actuación inquebrantable de Navas; la omniprescencia y el gol de Trochowski; y el sacrificio de Negredo.
Merece, en resumen, la gran ejecución del plan, la confianza para llevarlo a cabo hasta su fin.
Y merece mención especial, por supuesto, el planteamiento de Míchel para hacer del Real Madrid un equipo tozudo que siempre mordía el anzuelo que le planteaba el Sevilla. Pobló el centro del campo Míchel, situó una línea defensiva en la medular que agobió hasta el extremo a su primera línea de creación. Nunca llegó la pelota en ventaja a los cracks de verdad. Cristiano salía de uno y la cobertura ya estaba cumplida, eso cuando salía, porque defensivamente los sevillistas estuvieron a un grandísimo nivel. No encontró huecos por dentro el Madrid, ni por fuera, no encontró huecos por ninguna parte porque el Sevilla cerró todas sus líneas y porque dificultaba que la pelota llegara en buenas condiciones a sus futbolistas gracias una tremenda solidaridad, y lo hacía presionando arriba si hacía falta, esperando si se precisaba.
La ejecución fue perfecta, y el desarrollo del partido no menos. Trochowski, en un saque de esquina estratégicamente planteado, adelantó al equipo hispalense en el minuto 1 de partido. Y con él rugió Nervión y el Sevilla y su afición se hicieron uno hasta pelear y sufrir juntos.
A partir de ahí ya lo saben, pelea, sacrificio no exento de fútbol, contragolpes que de haber sido más precisos habrían dado incluso más alivio al Sevilla. Pero sobre todo casta y coraje. Y si hay casta y coraje, hay Sevilla Fútbol Club.
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Jimena San Martín -
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Jimena San Martín